Entrevista a Alejandro Valero, autor de «El arte de cuidar la mente»
En El arte de cuidar la mente, el experto en nutrición y entrenamiento físico Alejandro Valero, trasciende la superficie de los hábitos y rutinas para adentrarse en una reflexión profunda sobre cómo pensamos, qué consumimos mentalmente y cómo educar la mente para vivir con mayor lucidez. En esta entrevista, nos invita a cuestionar las ideas asumidas, detectar los sesgos que condicionan nuestras decisiones y desarrollar una mirada crítica como base para un verdadero crecimiento personal.
-Vienes del mundo de la nutrición y la preparación física, pero en este libro abordas de lleno la salud mental. ¿Qué te llevó a escribir El arte de cuidar la mente y cómo surgió la necesidad de tratar este tema desde tu perspectiva?
Por ejemplo, si hablamos de alimentación, probablemente todos hayamos escuchado el sintagma de que “somos lo que comemos”, algo inexacto, por cierto, ya que lo correcto sería decir que aquello que comemos acaba formando parte de lo que somos; pero sí podemos decir que somos, en gran parte, lo que consumimos. De ahí la necesidad de consumir contenido de calidad, por ejemplo, a la hora de escoger una buena lectura. Y por buena lectura debemos entender aquella que no solo nos proporcione conocimiento, sino que también lo requiera para su total comprensión. Cuidar de nuestra mente es propiciar que esta adquiera mayores dimensiones de las que se beneficiará todo nuestro ser.
-A lo largo del libro hablas de la importancia de “educar la mente para aprender a vivir”. ¿Cómo conecta esta idea con tu trabajo en el ámbito del bienestar físico y la salud integral?
Una mente educada en el uso de la razón y dotada de herramientas prácticas es indispensable para asimilar, entender y valorar la información. Por lo que en un mundo donde es más importante el cómo te venden algo que el producto en sí, es necesario conocer las herramientas y estrategias de manipulación, así como los sesgos que interactúan en nuestra psique para no solo pensar por nosotros mismos, sino también con rigor.

-En sus páginas mencionas que muchas personas buscan “curarse” sin entender realmente lo que les ocurre. Desde tu experiencia, ¿por qué crees que entenderse es un paso tan esencial en cualquier proceso de mejora personal?
Precisamente para no caer en imposturas o sofismas diseñados para satisfacer a las mentes menos exigentes, como que “cada uno dice una cosa”, “a mí me funciona”, “hay de todo”, “todos son iguales”, atribuir el mismo valor a todas las opiniones, etc. Esto nos lleva a la confusión, a la indefensión aprendida y al asignar pensamientos subjetivos a cuestiones objetivas. Es importante alejarse del pensamiento colmena y tamizar las ideas con el raciocinio, esencial no solo para nosotros mismos, sino también para aquellos que tengamos al lado y/o para quienes podamos influenciar.
-Destacas la influencia que tienen los pensamientos automáticos y las creencias limitantes en nuestro estado mental. ¿Qué estrategias prácticas propones para empezar a tomar conciencia de ellos y transformarlos?
Deberíamos entender la envergadura que adquiere la toma de consciencia individual. Abandonarse a las percepciones subjetivas, por ejemplo, asumiendo como veraz el mundo de las emociones, provoca una distorsión cognitiva que separa la realidad de la intencionalidad; esto es que si no tomamos consciencia mediante el estudio y la reflexión basada en el conocimiento, irrumpimos en el relativismo tan recurrido por la posmodernidad, distorsionando la realidad. Esto crea esquemas disfuncionales de pensamiento que parasitan nuestra percepción del entorno, persiguiendo un presente de felicidad transitoria, irreal y finita que pronto dará paso a un estado de deterioro en aquellos planos (salubres o no) donde se hayan querido construir parcelas subjetivas, endebles y condenadas al fracaso que inicialmente han sido disfrazadas de soluciones.

-Integras conceptos de neurociencia, psicología y también del mundo del entrenamiento físico. ¿De qué manera se complementan estas áreas cuando hablamos de cuidar la mente?
De perfecta manera, tal como postulaba el poeta Juvenal en sus sátiras, abogando por trabajar cuerpo y mente de manera indisociable. Al hablar de integrar en un todo salubre el cuidado de nuestra mente, nos dirigimos hacia un sujeto más sano, entendiendo la salud no como la ausencia de enfermedad, sino como un estado psíquico y fisiológico favorable, una especie de simbiosis en la que se retroalimente lo uno de lo otro.
-Hablas del sufrimiento no como algo que debe evitarse a toda costa, sino como una oportunidad para crecer. ¿Cómo podemos empezar a resignificar las experiencias difíciles desde una perspectiva más constructiva?
Para esto hay que empezar entendiendo que, por desgracia, hay sufrimientos que no podemos evitar, puesto que son inherentes a la vida; pero esto no supone adoptar una posición derrotista ni tampoco sobreponer el idealismo a la realidad. Esto generaría un choque brusco cuando esta última se impone —porque se va a imponer—, puesto que idealizar la vida no nos capacita para confrontarla cuando esta no nos es favorable. En el libro se teoriza mucho sobre ello, todo soportado por una fuerte bibliografía y una serie de capítulos que, al terminarlos, espero que el lector pueda responder a este interrogante en cuanto a su casuística personal se refiera.
-Dices que la mente, igual que el cuerpo, puede entrenarse. ¿Qué hábitos o ejercicios consideras fundamentales para fortalecer nuestra salud mental en el día a día?
Es una pregunta que requiere una respuesta larga que abarcaría mucho espacio aquí, pero que abordo con detalle en «El arte de cuidar la mente». Podría resumirse destacando que los primeros pasos transitan el trabajar para que no nos engañen, un ejercicio para el cual es indispensable la adquisición cualitativa de conocimiento. De esta manera, lo adquirido comenzará a formar parte de nuestra psique, la cual, a base de entrenamiento y esa adquisición de conocimiento, obrará de manera más efectiva.
-En el epílogo insistes en que pensar diferente puede ayudarnos a sentirnos mejor. ¿Qué mensaje final te gustaría dejarle al lector que termina tu libro y quiere empezar a aplicar lo aprendido?
No se trata de pensar siempre diferente, sino de aprender a pensar. Para esto, en las páginas de El arte de cuidar la mente pueden encontrarse innumerables estrategias que abordan este aspecto, partiendo del conocimiento tanto de las trampas que nos podamos encontrar fuera a la hora de recibir información, como dentro a la hora de procesarla. El último capítulo lleva como título ‘El arte de mimetizarse con la realidad’, en el que se sugiere rechazar la compatibilidad —por ser, en este caso, un gesto de sometimiento— por la mímesis. Esta última representa una adaptación al entorno donde utilicemos a este, en la medida de lo posible y sin perjudicar a nadie, a nuestro favor, tal y como ocurre en el reino animal cuando una especie se mimetiza con el entorno a fin de cazar o no ser cazada. No hay una única receta que sea suficiente y válida a nivel poblacional, pero sí se tratan muchas estrategias sumamente útiles, además de una invitación a desarrollar la nuestra en función del sujeto y sus circunstancias. Por utilizar un símil que resuma esto último, el objetivo tras la lectura de este libro no se limita a enseñarte dónde están los peces, tal y como señalan los estériles libros de autoayuda, sino a enseñarte cómo pescarlos.
«El arte de cuidar la mente» ya está a la venta en las principales plataformas y librerías.
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